domingo

Lydia Cabrera Extracto de EL MONTE


..... Este ha de reconocerlo como un gándo, un nkómbo o ngómbe; un cuerpo más en el que vendrá, en adelante, a manifestarse, "un cuerpo en que se mete el espíritu y se transforma en espíritu" (sic). La frente del nuevo moana ntu nganga, que habrá de ser vehículo de espíritus tan potentes como Lucero-Mundo, Centella Monte Oscuro, Siete Rayos, Rumba Loma, Tumbirona Batalla, Vira Mundo, Mamá Viviana, se ciñe con hojas de ceiba. Atraído irresistiblemente por ellas, "el muerto", según expresión de los nganguleros, "corona entonces la cabeza del perro nuevo". Se pone en sus manos un plato blanco con una vela encendida y se le entrega la kisengue o Aguanta Mano del Muerto, que es cetro o bastón mágico del brujo en trance, y que consiste en una tibia, con tierra de sepultura y demás substancias que componen la nganga, forrada de género negro y de grama. Esta personifica al espíritu y pone al "perro" o medium en comunicación con el mundo de las sombras, kalunga: o kalúanga. Por conducto de esta tibia, el alma del muerto penetra en el cuerpo vivo, y en plena posesión de su instrumento, se da a conocer sin tardar. Contesta los mambos que se le dirigen y conversa con el padre, el mayordomo, la madrina y los demás "hijos" que se hallan presentes. Declara que está satisfecho, que le agrada el medium, "el yákara moana mpanguian lukámba nfindo ntoto: ese que ha esta enterrado en el cementerio". "Así me dijeron que dijo Centellita cuando me privó a mí", recuerda el viejo Baró:
Ahora si me voy con él Hueso cambia. no hay agravio, Hasta la púngun sáwo. Me voy con él hasta pungun sáwo. Me voy con él pa la Casa Grande Me voy con él pa medio Nfinda! Al marcharse, el yimbi suele cantar despidiéndose: Má ceiba recoge tu sombra, Abre tu puerta yo va entrá Casa Grande, yo me voy, Má ceiba coge tu sombra. Abre tu puerta... “Las hojas de la ceiba son el mejor despojo para la cabeza del yimbi novicio, si no lo corona o monta Zarabanda o Madre-Agua”. En estos casos en que el "espíritu demora", las hojas se le aplican con un poco de tierra de las cuatro esquinas del cementerio. La cabeza - a la que no se da de comer, como hacen los lucumis, según Baró - y el pecho del iniciado se santigua y baña con corteza de ceiba, y a ésta se le añaden hojas de yaya, de guara, de palo caja, téngue y yerba rompezaragüey, ripiadas en el agua con aguardiente, ceniza, vino seco y esperma de vela. No es necesario señalar, en la iniciación de palo monte, el valor sagrado del agua. "Sin Mámba Ntoto fwá. ¡Ñan füiri!" (Sin agua, muere la tierra: agua, mamba, lángo, masa, inseparable de la vida y elemento generador de la vida).

La ablución que disuelve toda impureza, precede también en regla de congo, como en la de Ocha - y en cualquier religión desde siempre - a todo acto religioso. El iniciado en palo monte se "prepara", se purifica, limpia o despoja su cuerpo de toda mácula, con baños que tienen, como el omiero, un valor de regeneración absoluta. A este fin se depositan en una batea o en otro recipiente grande, en tinajas y antaño en lebrillos ya desaparecidos, importados de Sevilla, las hojas (nkanda-léle-nkunia o difué) de ceiba, guara, yaya. tengue, caja, que componen la mámba nsambia - pa jurán gánga -, el agua sagrada del rito inicial y juramento congo. El primer paso en la consagración en regla de mayombe o palo, consiste en los baños, en ingerir la infusión de hojas de ceiba junto con las de otros "palos fuertes" que hemos mencionado, y cuyas poderosas propiedades se asimila el futuro ngómbe en tres largos aorbos que se le administran a la par que se baña; y en la visita obligatoria, indispensable, al cementerio: a campo símba, plaza liri, casa grande o quita peso, kariempemba, cabalonga, kumansó fúmbi, malón, bánsa lómbajasadietto, púngun sáwa, chamalongo, nso füiri, kumángóngo, sokinákue, cambónfinda, ntoto nfinda, etc. Los paleros hijos de Camposanto como Baró. no van al río, no se purifican como el adepto lucumí, por una inmersión total en la corriente de agua viva, limpieza previa a los baños de omiero en batea en la casa de un orissá.




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