El qué hoy está de moda, el evolutivo, no es otro que el tarot junguiano.
Cuando hace diez años me dediqué a enseñar ese tarot, no muchas personas estaban convencidas.
La mayoría optaba por aprender el Marsellés, para poder preguntarle al pobre tarot y atormentarlo con la misma pregunta día a día: "va a volver?" "me quiere?" "tiene otr@?", a pesar que a cada alumno le aconsejé siempre que no pregunte seguido por lo mismo, porque dicen que a preguntas estúpidas respuestas estúpidas. Y no se pregunta por lo que ya se sabe. Por ejemplo, si se fue hace tres años y no volvió, lo más probable es que no vuelva más, no preguntes más.
A pesar que, después de tantos años de leer muchos mazos distintos, el balbi, el egipcio, el marselles, el babilónico, el gitano, y todos los que fueron apareciendo, aún ahora, son menos las personas que consultan con el evolutivo, para conectarse con el aquí y ahora, con el tratar de resolver desde su interior. Es por eso, que sigo leyendo el predictivo también, tengo clientas de hace más de 10 años que no quieren "el otro tarot" como le dicen ellas.
De todos modos, el tarot siempre será una guía, una ayuda, un consejo. Por eso siempre debe tratarse con respeto, mucho respeto, seriedad y responsabilidad.
El tarot seguirá siendo parte de mi vida, parte de mi misión, ya es imposible separarme de él y de sus infinitas versiones.
Me gustan los estudios completos en una lectura, complementar con distintos mazos, cristales y también con quema de hierbas y velas al momento de la consulta.
Nunca el tarot debe tomarse a la ligera, palabra de bruja.
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