domingo

La bola de cristal



Se tiene conocimiento de la existencia de la bola de cristal como método adivinatorio desde el siglo V. Entre los europeos y especialmente entre los celtas (irlandeses, bretones y escoceses) era y continúa siendo muy frecuente su utilización, así como otras técnicas realizadas en superficies reluctantes, que también han sido utilizadas por otros pueblos, como los mayas, indios de Norteamérica, incas, aborígenes australianos y tribus de Borneo, Nueva Guinea y Madagascar.
La superficie reflectante puede ser agua, cristal o metal pulido. En la antigua Grecia leían de las aguas de una fuente que se consideraba sagrada, como la del santuario de la diosa Deméter. Los babilonios leían de cuencos sagrados, los hindúes de platos llenos de melaza, y el mismo Michel de Nostredame, más conocido por Nostradamus, realizó muchas de sus profecías utilizando los reflejos del agua de un cuenco colocado sobre un trípode de latón.
Otra variante es la observación de espejos: En la antigua China los utilizaban de bronce pulido, donde podían ver reflejados a demonios, y en el siglo XIV las brujas usaban espejos de ónice para ponerse en contacto con espíritus.
Dentro de toda esta amplia gama de posibilidades, la observación del cristal, y específicamente la bola de cristal, se considera la más eficiente y práctica.

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