martes
Ley de causa y efecto
La mente es un motor. Los pensamientos son fuerza o energía que genera la mente. Esta energía sale de nuestra mente en vibraciones, en ondas que, por obra y gracia de la Ley del Ritmo regresa a nosotros trayéndonos el futuro que hemos recogido. Acabo de decirles que EL FUTURO ES ANÁLOGO A LO QUE HEMOS SEMBRADO. ES DECIR, QUE SI HACES UN BIEN A ALGUIEN, O SI HABLAS BIEN DE ALGUIEN, ESAS PALABRAS O ESE ACTO BUENO SALE EN VIBRACIONES DE COLOR. ESE COLOR ATRAE VIBRACIONES DE SU MISMO COLOR Y TE REGRESAN AUMENTANDO EL BIEN QUE HICISTE. Te ocurren cosas bellas, cosas milagrosas y dices: Qué casualidad, mira lo que sucedió hoy por la mañana, qué maravilla. No existen casualidades. No pueden existir porque no existe la Ley de la Casualidad. No hay sino leyes exactas llamadas Principios, porque son inmutables. El Principio de Polaridad fija lo que haces y dices en uno de los dos polos, positivo o negativo. Es decir, que lo que piensas, dices o haces, es positivo o negativo. No existe un tercer polo. Si piensas o hablas mal de alguien, es negativo. Lo has sembrado en polo negativo, sale de color gris o negro, dependiendo de la cantidad de maldad que contiene, recoge en su camino cantidad de energía del mismo color y te regresa aumentando en fuerza. Te ocurre un choque, un accidente, siempre será algo desagradable. Allí tienes, pues, la explicación de lo que te ocurre. Si criticas, serás criticado; si dañas a alguien o a algo, serás dañado o algo tuyo sufrirá un daño; si eres injusto, duro, esa injusticia se te devuelve igualmente esa dureza. Esas causas que siembras tienen que dar su fruto en efectos, antes de que quedes liberado. Si siembras discordias, tienes que recoger discordias; si siembras bondad, amor, ayuda, tienes que recoger bondad, amor, ayuda. LO QUE SIEMBRES, QUE SEA CONSTRUCTIVO O DESTRUCTIVO, LO VERÁS DEVOLVERSE.
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Destruyendo al projimo/del guerrero de la luz
Malba Tahan ilustra los peligros de la palabra: una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él procesó a la mujer.
-Hacer unos comentarios no es algo tan grave - dijo ella al juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado- . Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que habló mal sobre el joven, después pique el papel y vaya tirando los trocitos por el camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será condenada a un año de prisión- declaró el magistrado.
-Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
-De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel.
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