jueves

Reconfortando el alma




Nadie te hará daño Venimos a este mundo por una simple misión, Si no sabes quien eres eso es una perdición; Tienes que estar seguro de lo que haces, Y no te sientas mal por alguien que te rechace… He pasado por momentos y etapas así, He llegado a pensar que no existe el amor; Nunca digas eso y si tu afirmas que sí, Dios existe y mencionarlo es un honor… Nadie te hará daño porque yo estoy ahí, A veces cierras los ojos para no sentir; Con ayuda del Señor yo te puedo cuidar, Estaré siempre contigo no lo llegues a dudar… Te tomaré de la mano por ser como eres, Una chica tierna y que sabe lo que quieres; Haz sufrido durante mucho tiempo lo sé, Me arrepiento cuando un día yo me alejé… Muchas pruebas nos pone la vida es cierto, En ocasiones nos deja en un desconcierto; Si eres sabio no tropezarás con lo mismo, Nadie te hará daño ni siquiera el abismo… Cuántas veces pensé en cuidar tu alma, Cuando te conocí había perdido mi calma; Eres una gran amiga, una gran persona, No es justo el dolor, sin embargo perdona… Deja de llorar y limpiáte las lagrimas de oro, Encontrar tu amistad fue un gran tesoro; En un futuro podrían pasar miles de situaciones, Donde tal vez nos dejemos llevar por las emociones… A mi lado tú serías muy feliz y sin miedo de nada, Tampoco te estoy ofreciendo un cuento de hadas; Nadie te hará daño conmigo y con el Padre Dios, Escucha siempre su consuelo y su humilde voz… Basta ya de tanto sufrimiento de tanta amargura, No quiero que sientas tu vida tan insegura; Protegerte, estar pendiente de algún engaño, Porque estando conmigo nadie te hará daño…

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Malba Tahan ilustra los peligros de la palabra: una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él procesó a la mujer. -Hacer unos comentarios no es algo tan grave - dijo ella al juez. -De acuerdo -respondió el magistrado- . Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que habló mal sobre el joven, después pique el papel y vaya tirando los trocitos por el camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia. La mujer obedeció y volvió al día siguiente. -Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será condenada a un año de prisión- declaró el magistrado. -Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo! -De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho. Y envió a la mujer a la cárcel.

Celia Cruz, nos canta sobre las yerbitas

Respeto por las religiones y filosofias de otros