miércoles
El maestro y las magas
El monje budista Zhi Ming, cuando lo condenaron a muerte, antes de que le cortaran la cabeza escribió: «Ilusorio el nacer, ilusorio el morir. La gran ilusión no sobrevive al cuerpo. Pero hay una idea que calma al espíritu: si buscas un hombre, ningún hombre existe.»
Le comuniqué mi interpretación a Ejo: -Mente vacía: nada que esperar, nada que recibir. Ejo, por toda respuesta, me citó otro poema también escrito por un monje moribundo: «Arde en este mundo un árbol sin raíces, sus cenizas se las lleva el viento.»
(Alejandro Jodorowsky- El maestro y las magas)
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Destruyendo al projimo/del guerrero de la luz
Malba Tahan ilustra los peligros de la palabra: una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él procesó a la mujer.
-Hacer unos comentarios no es algo tan grave - dijo ella al juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado- . Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que habló mal sobre el joven, después pique el papel y vaya tirando los trocitos por el camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será condenada a un año de prisión- declaró el magistrado.
-Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
-De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel.
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